¿Es
posible una salud integral en la infancia? Jacques Delors (1996) “Los cuatro
pilares de la educación” en La educación encierra
un tesoro. Informe a la UNESCO de la
Comisión internacional sobre la educación para el siglo XXI propone una
educación de calidad, centrada en valores, principios que llevan a la formación
integral del individuo: Aprender a
Conocer; Aprender a Convivir; Aprender a Ser, siendo estos, el pilar
fundamental para la formación crítica, reflexiva y responsable de la persona en
los diferentes aspectos de su vida social, moral, personal, profesional,
emocional y espiritual.
Pero, ¿cómo poner en práctica estos cuatro
pilares en la actualidad? Como docentes, padres y/o responsables esta tarea
puede ser compleja, pues la educación hoy en día juega un papel metódico con
carácter utilitario, moldeando al individuo a las exigencias de una sociedad
orientada al consumo.
Ahora bien, existen varios factores que
afectan el desarrollo integral de los niños, entre ellos se encuentra el
estrés, asociado al estilo de vida agitado que llevan; ausencia de los padres
por períodos prolongados para poder trabajar, afectando el aspecto afectivo, autoestima y valoración, pues
desde muy temprana edad los niños quedan al cuidado de otras personas, y esta
carencia de contacto físico-emocional, está siendo sustituida progresivamente
con el uso prolongado de aparatos electrónicos sin supervisión. Son sus
tranquilizantes, exponiéndolos la mayor parte del tiempo frente a una pantalla:
televisión, videojuegos, computadoras, teléfonos o tablets; apartándolos cada
vez más de la realidad física hacia una realidad virtual, adormeciendo poco a
poco el funcionamiento neurocognitivo.
Con esto no se busca decir que el uso de la
tecnología sea la causa del problema, pero se requiere de responsabilidad por
parte de los cuidadores para que estas puedan ser realmente aliadas en el
proceso de aprendizaje de los niños, aspecto que profundizaremos en un próximo
artículo. Lo concerniente a la salud integral en la infancia, es la toma de
conciencia y la importancia que se tiene en establecer “contacto”, buscar y
desarrollar la esencia del ser.
La educación como es vista hoy en día, debe
pasar por un proceso de transformación, y para ello, los primeros en
transformarnos somos nosotros como adultos significativos. Una de las
propuestas tiene que ver con el uso de las “inteligencias múltiples” de Howard
Gardner, donde de una forma simple, mágica y divertida pueden estimularse las
diferentes habilidades naturales que cada niño (y adulto) poseen.
Simple, porque solo contactar con la
naturaleza, permite explorar, experimentar y descubrir otras formas de vida;
mágica porque nos volvemos a conectar con nosotros mismos y aprendemos a respetar el
medio ambiente; divertida, porque a través del juego, se puede desarrollar sus
potencialidades, estimulando la creatividad.
Por esta razón, te invito a reencontrar ese
niño(a) que hay en ti, mira a los ojos a tus hijos, conecta con su esencia y
emprende el mejor de los viajes. Refuerza su autoestima con frases y palabras
positivas; evita las comparaciones con hermanos u otros compañeros de escuela.
Cada niño es único y auténtico, respetar su individualidad; fomenta su
autonomía en los diferentes quehaceres, es indispensable para un desarrollo
integral saludable. Toma unos minutos para saber cómo se siente, qué piensa, qué le preocupa y qué cosas son importantes para él, desde cortar una flor en
el parque como el poder subir un escalón. Recuerda que tu pequeño está
descubriendo el mundo. Establece responsabilidades de acuerdo a su edad,
recoger sus juguetes, alimentar su mascota, vestirse solo fortalecen su
autoestima y autonomía.
La educación es y seguirá siendo una pieza
esencial para la transformación de una sociedad, y todo depende del compromiso
y responsabilidad que asumamos ante ella.